Brisa ya de mañana. Y tu cuerpo se entrega y desfallece, y pide más aún, más aún... Porque los dos pujamos por un ardor oscuro, volvemos a empezar: fuego, ceniza, fuego... El mundo, ese rodillo, no tendrá compasión por esta sed salvaje. Pero por más que extinga nuestro deleite, somos tuyos, noche desnuda.
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