Danza de los pronombres en la mente, teatro en que los personajes alternan y se hieren sin pruritos, de pronto uno, el peor, los niega desde el proscenio. Tumba de los otros, su voz come de un basto vidrio que muerde, que deglute, que luego regurgita. Nadie puede acallar --fascinación-- su aria; giro en que la memoria irrumpe, como un trueno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario