Me dice no. Sonríe pero se niega. Pasan los meses y la luna pierde sus atributos. Me dice no. Dormimos, despertamos: un día y otro día, y la luna filma nuestras costumbres. No dudo de mis ojos, y ella no miente, pero sé que aún no han mirado sino sus vestimentas. Dice no mientras toma mi mano, dice no y está al frente, y la luna, anciano, nos corrompe.
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