Allá va el mundo, inmóvil en su falaz andanza. Son los ojos, tenaces, los que se mueven, puertas al corazón. Y brillan, admirados, a veces, y otras se apagan. Años interminables de no sentir. Y el amor, tan escaso, reflejo luminoso. Y la noche de todo lo que huye: grave meta tangible, ineludible, oscura.
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